domingo, 9 de agosto de 2009

apocalipsis


I. La naturaleza del libro.
A. “Apocalipsis” , el último libro del Nuevo Testamento, es un escrito de índole esencialmente profética , siendo esta obra el instrumento escogido por Dios para presentar revelaciones inspiradas en torno a numerosos eventos y condiciones de la Era Cristiana, como además sobre las acciones y el destino de varias entidades espirituales o seculares-políticas. Se hallan entre las profecías unas cuantas que describen gráficamente el espantoso desenlace final de la gran Guerra Universal entre los dos poderosos contrincantes Dios y Satanás. Esta misma Guerra es la que se lucha también en la tierra entre las fuerzas del Bien y del Mal, entre la iglesia verdadera fundada por Jesucristo y las organizaciones, tanto espirituales como seculares, que se oponen a ella y su mensaje divino.
B. Los siguientes dos textos inspirados identifican el contenido principal de Apocalipsis.

1. Apocalipsis 1:1. El libro de Apocalipsis es "la revelación de Jesucristo... para manifestar... las cosas que deben suceder”. “Revelación” es el término inspirado que fija con precisión el contenido de Apocalipsis. “La revelación de Jesucristo.”
a) ¿Quién es el autor de esta “revelación”? El Versículo Uno lo identifica como Jesucristo mismo, pues dice “la revelación de Jesucristo”.
b) ¿Qué propósito motiva a Jesucristo a dar esta “revelación”? También esta pregunta se contesta en el Versículo 1: Jesucristo desea "manifestar… las cosas que deben suceder" . Allá en el Siglo I, cuando aún estaba vivo el apóstol Juan, Jesucristo previo, desde su trono en el cielo, “las cosas” que, para aquel tiempo, pertenecían al futuro. No habían sucedido aún, pero acontecerían en el futuro después de la fecha en que Juan recibió “la revelación” . "Deben suceder”, es decir, Jesucristo, mirando desde aquel día a través de los siglos venideros de la Era Cristiana, discernía claramente “las cosas” que iban a suceder. Ya que las veía, pues debían suceder. Indefectiblemente, iban a suceder, no porque Dios las hubiese pre programado meticulosamente hasta el último detalle y segundo, predestinándolas, sino simplemente porque su capacidad de previsión no fallaba. Las veía como si hubiesen ocurrido ya porque tuvo a bien, así lo entendemos, descubrir en el futuro personajes, entidades y eventos que impactaran a su pueblo, comunicando proféticamente a la iglesia lo que vio.

2. Apocalipsis 1:3. "Las palabras de esta profecía." Esta expresión también pone de relieve el contenido céntrico de Apocalipsis. Fundamentalmente, su contenido es de "profecía”, en contra distinción a revelaciones básicamente hortatorias (de exhortación), consoladoras o doctrinales.

II. El valor de Apocalipsis para quien lo lee.
En esta sección también explicamos el origen de nuestro “Análisis de las profecías y visiones”, y la meta que perseguimos en su desarrollo.

A. El valor de Apocalipsis. Muchísimas personas que leen aunque sea solo una porción de Apocalipsis opinan que el libro es demasiado difícil de entender, aun indescifrable en las partes de alto contenido metafórico. Pronto se desorientan en su estudio, desanimándose, al tropezar con tantas exóticas figuras retóricas. No faltan exclamaciones tales como: “¡Leer o estudiar ese libro es una pérdida de tiempo!” “Cada comentarista interpreta el libro a su manera, presentando casi todos y cado uno explicaciones contradictorias” . Pues bien, a la verdad, el libro no es fácil. Sin embargo, desde el primer versículo se destaca su importancia y valor para el lector, y por ende, se infiere que entenderlo no es totalmente imposible.
1. Apocalipsis 1:3. “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas…” ¿Se da cuenta? ¡Leer u oír “las palabras de esta profecía” trae bienaventuranzas! Pero, ¿cómo recibir bendiciones si casi todo el libro es, conforme a la apreciación de no pocos, un misterio envuelto en un enigma? ¿Cómo guardar “las cosas” de este libro si no son entendibles? ¿Con qué lógica “manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto” (Apocalipsis 1:1) si estas “cosas” no son comprensibles?
2. Apocalipsis 22:7 y 9. “Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.” El ángel que mostraba al apóstol Juan “estas cosas” se identifica diciendo: “Yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los guardan las palabras de este libro ” (Apocalipsis 22:9). Recalcamos: ¿cómo guardarlas los humanos, o siquiera los ángeles, si no se pueden entender?
3. Apocalipsis 22:16. Apocalipsis fue dado por Dios para “testimonio… en las iglesias” (Apocalipsis 22:16). Pero, si este “testimonio” no es entendible, ¿con qué lógica darlo “en las iglesias” ?
4. Apocalipsis 19:10. “El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apocalipsis 19:10). Esto quiere decir, a nuestro entender, que “la profecía” , y por inferencia, su real y fiel cumplimiento, figura notablemente en el “testimonio” que Jesús da “en las iglesias” , y como orientación o aviso para el mundo inconverso. Pero, este “testimonio de Jesús” solo trae confusión y hasta burla de resultar totalmente incomprensible. Lo mismo que hablar “lengua extraña” , sin interpretarla, en presencia de quien no la entiende (1 Corintios 14:9-11, 27-28).
5. Conclusión. A la revelación de estos textos, me parece no solo razonable y beneficioso sino también absolutamente necesario escudriñar Apocalipsis asidua y pacientemente. Aún más: es un deber impuesto implícitamente por Dios. El autor de este “Análisis” está esforzándose para cumplir. Respetado lector, le animamos a hacer otro tanto. Personalmente, ya he podido comprobar que Apocalipsis es un enorme tesoro riquísimo y variado. Examinarlo, poco a poco haciéndolo nuestro, redunda en bendiciones valiosísimas, siendo una de las más grandes la de poder verificar la veracidad del libro, y esto se logra al ver nosotros con nuestros propios ojos el cumplimiento incuestionable tanto de profecías pautadas para el tiempo presente como para las etapas anteriores de la Era Cristiana.
B. Para este "Análisis de las profecías y visiones de Apocalipsis" establecemos la meta siguiente: presentar las interpretaciones que, a nuestro juicio, son las más lógicas por ser las que mejor armonizan entre sí, concuerdan con las demás Escrituras inspiradas y se ajustan a los eventos ya transcurridos durante la Era Cristiana, como también a los acontecimientos y las circunstancias significativas del tiempo presente (principios del Siglo XXI). A pesar de haber desarrollado el autor de este “Análisis” fuertes convicciones sobre el significado y la aplicación de las profecías y visiones, jamás pretende que sea aceptada su interpretación como la definitiva o la única admisible. Lejos de declarar su análisis “finalizado de una vez para siempre”, sigue investigando materias relacionadas y comparando otras interpretaciones con la que él ofrece. Este “Análisis” no es una mera recopilación o comparación de interpretaciones ya publicadas, sino mayormente el resultado de estudios e investigaciones originales. En este “Análisis”, no pretendemos descubrir y refutar toda interpretación contraria a la nuestra. Hace años, se me pidió enseñar el libro de Apocalipsis a los alumnos de la “Escuela de Estudios Bíblicos Avanzados de las Iglesias de Cristo en Puerto Rico”, y ya está tomando el curso el quinto grupo de estudiantes. Este “Análisis” es el fruto de intensos y largos años de estudios, acompañados por la ferviente oración de no defraudar o instruir erróneamente al estudiantado. Seguramente, el lector perspicaz apreciará la importancia de también estudiar él mismo detenida y objetivamente todas las interpretaciones traídas antes de hacer cualquier evaluación.

III. El trasfondo histórico de Apocalipsis.
A. ¿Quién es el autor? El apóstol Juan. Para mi Cristo.
1. Juan mismo afirma haber recibido la revelación:
a) Apocalipsis 1:1. "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan."
b) Apocalipsis 1:4. “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono."
c) Apocalipsis 1:9. "Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo."
d) Apocalipsis 21:2. "Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido."
e) Apocalipsis 22:8. "Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas."

2. Los siguientes escritores del Siglo II y de la primera parte del Siglo III de la Era Cristiana atestiguan que el apóstol Juan es el autor de Apocalipsis: pero yo digo que el autor de este libro es Jesucristo. Todo lo que Juan vio y escribió, todo se le fue dicho. Y dado por Cristo mismo y por un ángel del señor. Apocalipsis 22:8
B. ¿Dónde fue escrito? "En la isla llamada Patmos" (1:9).
1. La localización de Patmos, su tamaño y su topografía: "Unos 100 km. al suroeste de Éfeso, 16 km. de largo por 12 de ancho, rocosa y sin árboles. Se informa que Juan fue desterrado allí durante la persecución bajo Domiciano en el año 95 d.C., suelto y permitido su regreso bajo el emperador siguiente, Nerva, en el 96 d.C. y que vivió hasta el reinado de Trajano que comenzó en el 98 d.C." (Compendio manual de la Biblia, Henry Haley, 609).

2. La razón por la cual Juan se encontraba en la isla:
a) " Por causa de la palabra de Dios" (1:9).
b) "Y el testimonio de Jesucristo" (1:9).
C. ¿Cuándo fue escrito Apocalipsis?

1. A continuación, la razón principal para pensar que fuese escrito en el año 95 o el año 96 después de Cristo: el testimonio de Ireneo, cristiano erudito, autor y apologista que vivió en el Siglo II. Ireneo escribió: "La Revelación fue vista no hace mucho tiempo sino casi durante el tiempo de nuestra generación hacia el fin del reinado de Domiciano”.
· a) El emperador romano Domiciano reinó desde el año 81 d.C. hasta el año 96 d.C.
· b) Ireneo, nacido en el año 130 d.C., era contemporáneo de Policarpo , afirmando haber escuchado a este predicar .
· c) Policarpo, quien murió en el año 155 d.C., era, a su vez, contemporáneo del apóstol Juan por más de veintinueve años .
· d) Conclusión importante. Ireneo tuvo amplias oportunidades personales para obtener directamente de Policarpo, información fidedigna acerca del apóstol Juan, sus obras en el Reino de Dios y sus escritos.
· e) Objeción a la conclusión . Se alega que el lenguaje de Ireneo en el idioma original es ambiguo dando lugar a una interpretación diferente, a saber, que el pergamino de Apocalipsis, supuestamente ya existente desde antes del año 67 d.C., fuera visto en el año 95 ó 96 d.C., o que Juan mismo, como persona viva en la tierra, fuera visto.
· f) Evaluación de la objeción . El contexto de la afirmación de Ireneo claramente indica que se trata de las visiones de Apocalipsis, y no del pergamino en el que las visiones fueron escritas. “La Revelación fue vista” , escribe Ireneo. “Fue vista” armoniza perfectamente con el medio utilizado por Dios para transmitir las profecías, a saber, escenarios que el apóstol Juan vio transcurrir como en vivo . Consideremos: el verbo "Vi" aparece por lo menos treinta y siete veces en el libro y el verbo "Miré" por lo menos doce veces . Ciertamente, "la Revelación fue vista" , tal y como dice Ireneo. Estas consideraciones invalidan, a nuestro parecer, la objeción.
· g) La expresión "no hace mucho tiempo sino casi durante el tiempo de nuestra generación" la consideramos una evidencia inexpugnable de que Apocalipsis data desde el año 95 d.C. y no desde la década de los sesenta del primer siglo. Razonemos imparcialmente. Ireneo nació cerca del año 130 d.C., datando sus obras literarias principales desde más o menos el año 180 d.C. (La enciclopedia británica, Tomo XII, Página 633, 1964) . Al decir él “nuestra generación” , se dirige a la generación existente en el momento cuando compuso su escrito, o sea, la generación viva para los años del 130 a más o menos el 188. Tomemos nota: para aquella generación de Ireneo, la sexta década del Siglo I no era, en definitiva, “casi durante” su tiempo, habiendo transcurrida por lo menos sesenta años antes de su generación . En cambio, el año 95 d.C. caía no precisamente dentro del tiempo sino “ casi durante el tiempo” de la generación viva cuando Ireneo escribió “Contra herejías” , obra donde aparecen las palabras citadas.

fe

FE Aprobación que se da a alguna verdad, o confianza que una persona deposita en otra. Fe salvífica, por ejemplo, es la total confianza del hombre en Cristo. En la teología bíblica no hay palabra más importante. Es tema predilecto de los autores del Nuevo Testamento, especialmente Pablo y Juan, pero encuentra sus antecedentes también en el Antiguo Testamento. Las tres palabras (fe, fiel y creer) se hallan en el Antiguo Testamento aproximadamente setenta y cinco veces, y en el Nuevo Testamento más de seiscientas veces. En el Antiguo Testamento la palabra fe suele usarse con referencia a Dios: su fidelidad ( Dt 7.9 ;  Is 49.7 ), sobre todo en guardar el pacto. La fe de los hombres tiene el sentido de una llana y entera confianza en Dios, como lo demostró Job ( 16.19s ;  19.25–27 ; cf.  Sal 37.3ss ).
El ejemplo predilecto de la fe es  Abraham  ( Gn 15.6 ). Salió de  Ur  sin saber adónde Dios lo llevaba ( Heb 11.8 ); creyó que iba a tener un hijo pese a su avanzada edad ( Gn 15.4–6 ); y cuando Dios le pidió sacrificar a ese hijo, no se opuso ( Ro 4.16–18 ;  Heb 11.17–19 ).
Los fieles del Antiguo Testamento, enumerados en  Heb 11 , anhelaban lo prometido, pero murieron sin conocerlo de cerca (vv.  13 ,  14 ,  39s ).
Esta esperanza y confianza se aclara y concreta en el Nuevo Testamento, cuando se declara que la única fe verdadera está siempre, aunque en distintas maneras, vinculada con Cristo ( Hch 4.13s ;  1 Co 3.11 ).
El supuesto conflicto entre Santiago y Pablo con referencia a la fe versus las buenas obras es un concepto popular errado. Pablo no rechaza las buenas obras, ni Santiago la fe paulina. Ambos hablan de la fe de Abraham ( Gl 3.6–12 ;  Stg 2.21–24 ). Compárese  Stg 2.14ss  con  Tit 1.16 ;  3.7s ;  2 Co 9.8 ;  Ef 2.8–10 ; etc.
La fe encierra toda la vida nueva de los creyentes ( Ro 3.27 ;  11.20 ;  Col 1.23 ;  Tit 2.2 ;  1 P 1.7 ).
Significa también la virtud específica de mantener contacto con Cristo ( 1 Co 13.13 ;  2 Ti 1.13 ).
Es la fe (acerca) de Cristo ( Ro 3.22 ;  Ef 3.12 ).
Es la fe en Cristo ( Gl 3.26 ;  Col 1.4 ).
Se usa con la preposición griega eis con sentido de compenetración ( Jn 14.12 ;  Ef 1.15 ).
La fe se basa sobre Jesús ( Lc 24.25 ;  Hch 9.42 ) y se relaciona directamente con la persona de Cristo ( Jn 14.3 ;  2 Ti 1.12 ).
En los →  Sinópticos  la fe se dirige generalmente hacia la persona de Jesucristo, allí presente en la carne, y particularmente se refiere a la fe para salud ( Mt 9.22 ).
Al pasar la Iglesia a la edad postapostólica, cada vez más la fe significa el cuerpo oficial de doctrina ( Jud 3 ,  20 ). Entre estos extremos hallamos la enseñanza apostólica que puede apreciarse en los siguientes temas:
1. La fe se basa en el significado de un hecho histórico ( Hch 17.3 ).
2. Es más que el acto de creer. (Los demonios también creen y tiemblan, según  Stg 2.19 ). Es la participación en la vida de Jesús ( 1 Jn 2.6 ).
3. Es el resultado del impacto de la gracia de Dios en nuestras vidas. «Dios nos amó» este es el punto de partida para el desarrollo de una nueva experiencia de vida ( Jn 3.16 ).
4. Pero más que una decisión momentánea, la fe es un clima espiritual, un modo nuevo de vivir ( 2 Co 7.7 ;  Ro 11.20 ).
5. La fe es indispensable para la →  Justificación . Cristo inmolado en la cruz efectuó la salvación de la humanidad. Sin embargo, el hombre debe ser receptivo al significado de aquel acontecimiento. El acto fundamental del amor de Dios espera una respuesta de los hombres. La fe es esa respuesta. Por nuestra fe somos justificados ( Ro 1.17 ;  5.1ss ;  Gl 2.16 ).
6. La fe se vincula siempre con la →  Gracia . El mensaje de la cruz (la capacidad de responder a él) no tiene requisitos de santidad, conocimiento, buenas obras, etc. No son los poderosos ni los sabios los que se salvan ( Mt 11.25 ;  1 Co 1.18–31 ;  2.14 ). Puesto que el espíritu del incrédulo está muerto, no puede responder si no es por la gracia ( Ro 4.16 ;  Ef 2.8s ).
7. Cristo es el autor y consumador de la fe ( Heb 12.2 ) y obra fe en nosotros por su Espíritu Santo. El Espíritu vivifica a la persona que es justificada por la fe. Ya no anda conforme a la carne sino conforme al Espíritu, en novedad de vida ( Jn 6.63 ;  Ro 7.6 ).